La actitud positiva (en inglés positive mental attitude, PMA) es un concepto introducido por primera vez en 1937 por Napoleon Hill en el libro Piense y hágase rico. En realidad, el libro nunca utiliza el término, pero analiza la importancia del pensamiento positivo como factor que contribuye al éxito.[1]Napoleon (sin tilde, porque es el nombre de pila de este señor; Napoleón Bonaparte sí se escribe con tilde), quien junto con W. Clement Stone, fundador de Combined Insurance, escribió más tarde El éxito a través de una actitud mental positiva, define la actitud positiva como la que comprende las características "plus" representadas por palabras como fe, integridad, esperanza, optimismo, coraje e iniciativa, generosidad, tolerancia, tacto, amabilidad y buen sentido común (en general se habla de "sentido común" a secas, sobreentendiéndose que es bueno).[2]
En español se habla de "actitud positiva" (10 500 000 resultados en Google el 5 de agosto de 2024 más que de "actitud mental positiva" (solo 198 000 resultados).
La actitud positiva es el planteamiento de que tener una disposición optimista en cada situación de la vida atrae cambios positivos y aumenta los logros.[3]Sus partidarios pretenden y fomentan un estado mental que sigue buscando, encontrando y ejecutando formas de llegar un resultado deseable, independientemente de las circunstancias. Este concepto es lo opuesto a la negatividad, el derrotismo y la desesperanza. El optimismo y la esperanza son vitales para el desarrollo de la actitud positiva.[4]
La actitud positiva es el planteamiento de encontrar mayor alegría en las pequeñas alegrías, de vivir sin dudar ni reprimir nuestras virtudes y valores personales más preciados y elevados. La investigación empírica sugiere que las personas que realizan un soliloquio positivo y conscientemente centrado tienden a exhibir un mayor autocontrol y resiliencia, lo cual es crucial para el crecimiento personal y el desarrollo profesional. Destacan la importancia de la autorregulación y la atención plena (mindfulness) para fomentar una actitud positiva.[5]
Además, las investigaciones sobre estrategias de liderazgo sugieren que una actitud positiva, caracterizada por un enfoque proactivo ante los desafíos personales y organizacionales, mejora significativamente la eficacia del liderazgo.[6]